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Wajdi Mouawad: un ligero acercamiento a una gran voz francófona del teatro (Parte 2 de ?)

 

[…] Prometeo fue castigado por su amor a los hombres.

Pero nosotros ¿por qué amor hemos sido castigados?

(Mouawad, 2020)

 

Iba a empezar este artículo con un “El teatro ha podido sobrevivir en estos tiempos de crisis cultural y de pandemia…”

He reflexionado sobre esta vanidosa aseveración y lo justo sería aclarar que el teatro siempre ha estado ahí. Siempre sobrevive. Siempre existe muy por encima de nosotros y de toda pandemia. Quizá los que hemos intentado sobrevivir en medio de esta contingencia sanitaria y de enormes recortes presupuestales a la cultura, somos los artistas.

El virus y nuestra voz

Este virus ha traído (además de grandes pérdidas humanas) una especie de aislamiento. Un ensimismamiento o quizá solamente un candado más para guardar (o encerrar en el peor de los casos) nuestros silencios y concentrarnos en trabajar, sobrevivir y no contagiarnos.

Como artistas o creadores escénicos viviendo los estragos de esta pandemia, ¿qué ha pasado con nuestra voz? ¿Qué proceso interior estamos viviendo? ¿Encerramos más profundamente nuestros silencios, o nos salvaguardamos en ellos?

Si hablamos de silencio, Patrice Pavis otorga una definición junto con cuatro denominaciones sobre este en su Diccionario de teatro:

Cuatro denominaciones del silencio

El silencio descifrable: silencio psicológico en donde se ha reprimido la palabra, pero que puede leerse tras las líneas. 

El silencio de la alienación: silencio ideológico y represivo. Silencio lleno de palabras fútiles o que esconden la pérdida de identidad y el control sobre sí mismo del ser humano.

El silencio chismoso: un silencio falsamente misterioso y que revela fácilmente el conflicto de la historia. Basta con ver alguna de las tantas producciones de melodrama que las televisoras nacionales han creado. 

El silencio metafísico: aquel silencio que se denota por la razón de que las palabras o el lenguaje se han imposibilitado para comunicar algo

Dramaturgia del silencio

Cabe aclarar que las anteriores denominaciones corresponden a lo que Pavis establece como una “dramaturgia del silencio”, categorización dentro del drama en la que funcionan y están presentes estos tipos de silencios.

En el artículo pasado presentábamos a una de las grandes voces contemporáneas de la dramaturgia francófona. Esta vez no es la excepción. El presente corresponde a la segunda parte de una serie de escritos sobre Wajdi Mouawad, que por el momento no se sabe en cuántos números estará dividido.

Retomando las preguntas que se establecen con respecto al silencio y a la voz interior, me viene a la mente uno de los temas recurrentes en muchas de las obras del autor: la palabra dicha y no dicha.

La palabra dicha y no dicha

Podemos encontrar a personajes dentro de un marasmo emocional, social o ético que no pueden ser dueños de su propia voz o están imposibilitados de una u otra manera. Basta con leer su tetralogía “La sangre de las promesas” para ver a un Wilfrid agobiado en dudas y buscando respuestas en la voz de un padre muerto al que debe dar sepultura en la obra Litoral.

O podemos conocer a Nawal Marwan en Incendios, una mujer que decide guardar silencio los últimos años de su vida para salvaguardar el amor que le ha tenido a un hijo desaparecido, tras enterarse de una desgarradora verdad.

Tenemos también a Lobo, una adolescente hosca, incapaz de comunicarse con su padre viudo, y quien debe de ahondar en sus raíces para conocer su historia en Bosques. O quizá a través de Cielos, conocer esta “relación hipotenusa” que se funde bajo el silencio entre Charlie Elliot Johns y su hijo Víctor Elliot Johns.

La palabra no dicha también está presente en su dramaturgia para niños, donde se plasma a través de Julia en la obra Pacamambo o quizá en Alphonse (cuyo protagonista lleva el mismo nombre de la obra), cuyas infancias están marcadas por la búsqueda natural de respuestas que los adultos no pueden ofrecer.

Otras dramaturgias de Mouawad

También en la primera novela de Mouawad, Ánima, podemos encontrar a Wahhch Debch, quien se lanza en la búsqueda del asesino de su mujer y es guiado por animales a los que el autor les da voz, quitándosela (muy sabiamente) al hombre. Aunque esta última no está categorizada dentro del género literario del drama, es indudable cómo la palabra dicha o no dicha y el silencio aparecen en modo de “prosa dramática”.

Ha sido inevitable considerar al autor como parte de una dramaturgia del silencio en la que otros grandes escritores de teatro se han consolidado a través de la historia. Pavis menciona que el silencio es un concepto que empieza a tomar fuerza en la dramaturgia de finales del siglo XIX.

Aunado a lo que Peter Szondi explica en su Teoría del drama moderno con respecto a la crisis del drama, la designación de una forma específica del género y nuevas formas temáticas y estilos surgidos, podríamos ubicar primeramente voces como las de Chejov, Ibsen, Maeterlink, Pinter y Beckett, entre otros, dentro de esta dramaturgia.

Mouawad y las escrituras del silencio

Es bastante interesante que pudiéramos posicionar a Mouawad como parte de estos grandes con respecto a las escrituras del silencio en el drama contemporáneo.

La forma en la que el autor aborda las temáticas de guerra, identidad y lazos sanguíneos están directamente vinculadas con un silencio descifrable. Y a veces alienado en sus textos. Además de plasmar parte de su contexto personal y sus vivencias en la infancia y adolescencia. Él mismo ha afirmado en distintos medios que creció en medio del silencio.

Una cultura marcada por el odio entre religiones, la constante violencia, los lineamientos de lo que se debe y no se debe hacer o decir. Esto fue sin duda un parteaguas para lo que plantea en su dramaturgia con respecto a la palabra y la violencia que la rodea para que no sea dicha. 

Mouawad y sus personajes

Mouawad establece en sus personajes ciertas carencias que les imposibilitan expresarse al principio. Que les carcomen la mente con preguntas que no pueden ser respondidas. Los incapacita para expresar su voz interior e incluso que les vuelven alienables.

El autor nos ofrece a sus lectores, traumas que no han sido superados, pérdidas familiares, violencia, esperanza y a la vez desolación. Todo para que ese silencio emerja imponente en cada uno de sus textos. Lea usted a Mouawad y podrá notar personajes dotados con las grandes características del “héroe” que propone Campbell, pero de una humanidad y fragilidad tan cotidiana como la que tenemos usted y yo. 

Lo fascinante de Mouawad

Desde hace tiempo me he puesto a reflexionar sobre por qué me parece tan fascinante la dramaturgia de Mouawad; por qué parte de mis fibras más íntimas se identifican con su escritura. No lo sé con exactitud, pero puedo sugerir que parte de la cultura que me rodea tiene que ver con ello.

Convivir diariamente con mi ciudad de las montañas… Con su gente amable y seca a la vez… Las costumbres familiares que van heredándose de generación en generación sin saber por qué… Una herencia judeo-cristiana que nos hace accionar fieramente sin reconocer nuestro pasado… La represión social con la que estamos viviendo… Y aún más, con el claustro que debemos cumplir ante el repunte de casos covid en nuestro estado.

Ante este panorama…

El silencio grita dentro de nosotros sin duda, así como en cualquiera de los personajes de Wajdi.

Como parte de una rutina de reflexión sobre teatro y contingencia sanitaria, el autor creó el año pasado su “Diario de confinamiento”, un conjunto de podcasts que se pueden encontrar en la página web de La Colline Théâtre National. En ellos las situaciones diarias relacionadas con el encierro y el coronavirus son abordadas por el autor y se entremezclan con reflexiones en torno al ser humano de forma poética y épica (muy al estilo de Mouawad). Y donde inevitablemente los mitos clásicos siguen resonando de una forma maravillosa en dichas reflexiones.

Vaya y escuche un poco de lo que el autor comparte (puede encontrar algunos de esos podcasts traducidos al español). Descubra por qué dichos textos audiovisuales han tenido tanta repercusión y han sido tan escuchados (al menos en Europa).

Si usted está leyendo esto…

Le recomiendo ampliamente que lea al autor (o relea, en dado caso que ya se haya encontrado con alguna de sus obras de frente). Permita que su voz callada por el confinamiento, el silencio en su garganta o su memoria colectiva explote, a través de la palabra dicha, con cada frase que Wajdi Mouawad le ofrezca a través de sus textos (literarios o audiovisuales). Léalo y verá…

Gerardo Villarreal 

Egresado de la Licenciatura en Arte Teatral por parte de la Facultad de Artes Escénicas de la U.A.N.L. Maestro en Estudios Literarios y Musicales. Actor, investigador y director de teatro juvenil. Es profesor de los programas de Diploma y Orientación Profesional del Bachillerato Internacional (BI), en donde imparte las asignaturas de Teatro y de Literatura. Correo: jgerardo.vg@gmail.com

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Wajdi Mouawad

Gerardo Villarreal