I
La crítica de arte suele parecer intrusiva e incómoda. Por sí mismo, la existencia de un personaje externo que realice un análisis, valoración y reflexión de un proceso creativo que le es ajeno suele ser, cuando menos, un asunto conflictivo.
Más aún, si convenimos que en México el ejercicio de crítica teatral ha sido profundamente virulenta y de un “eterno/destructivo canibalismo” podemos imaginar lo detestable que puede resultar la figura del crítico teatral en la escena nacional.
Sin embargo, en los circuitos de creación teatral de todas las latitudes en nuestro país se viene insistiendo en la construcción de aparatos críticos para analizar fenómenos teatrales en sus diversas dimensiones y complejidades. Una de las escalas de análisis es precisamente la discusión con los hechos escénicos concretos, es decir con las obras de teatro.
Este documento pretende reflexionar acerca del fenómeno de la crítica teatral desde el lugar del creativo. ¿De qué manera un personaje como yo, dedicado al ejercicio reflexivo de las artes escénicas, se enfrenta a este proceso cuando abandona su papel de crítico y se involucra en un proceso de montaje?
II
Desde enero del presente año me involucré, junto a cuatro teatreros, en un proceso creativo donde habríamos de construir un montaje acerca de las masculinidades hegemónicas y su repercusión en la construcción del machismo y nuestros pactos patriarcales.
Lo que originalmente fue una propuesta de teatro físico y experimentación con objetos, tuvo que ser acotado por la pandemia y terminó siendo un simulacro “express” de puesta en escena videograbada. Conforme me adentraba y terminaba (por fin) de comprometerme con el proceso creativo una venda se apoderaba de mí.
La línea dramatúrgica parecía coherente, la unidad estética anárquica entendible, las narrativas desde una aproximación al teatro documental con propuesta, a momentos, desde el biodrama cobraba sentido.
Dentro del proceso reflexivo, sin darse cuenta, se suele justificar las decisiones que se toman; la precariedad obliga a trabajar optimizando el recurso económico. Y en tiempos de pandemia la inexperiencia ante los productos videograbados pone igual un límite cognitivo a quienes crean.
Los puntos anteriores son asuntos que los espectadores no saben, o son parte del cuerpo anecdótico de un proceso, pero nada de eso se materializará en el hecho escénico, a menos, claro está, que se haga patente en la línea discursiva.
Llegó el día de nuestro estreno y una semana después, justo el día de nuestra segunda función videograbada, la crítica al trabajo.
Seamos claros. Desde hace varios años me dedico al ejercicio de la crítica teatral. Se supone tengo familiaridad con estos procesos. Comprendo que el límite al que se enfrenta un crítico de teatro es el hecho escénico situado en tiempo y espacio concreto. Un punto de partida desde donde derivarán las reflexiones posteriores.
Sin embargo, enfrentarse a la crítica desde otro lugar de enunciación traspasa el cuerpo y la emocionalidad. A continuación un poco de lo que se siente.
III
Frente a la pantalla del celular uno se siente ansioso, sudan las manos y tiemblan las piernas. Mientras avanza en la lectura experimenta varios estados de ánimo. Hay incomodidad. Una sensación de injusticia ante la mirada externa… y luego pensamos: “Si los críticos o críticas hubiesen estado en el proceso seguro entenderían cómo lo hicimos. ¡Qué injusto todo! ¿No se dio cuenta de lo que intentamos decir? ¿Cómo no lo notó? …pero si usamos referencias universales, ¿qué mierdas?, queríamos hacer un potaje sin unidad estética… qué desastre. No entendió nada.
Terminas la lectura y un dolor de pecho te aprieta. Inquietud, nerviosismo, fastidio, negación, rencor, injusticia. Qué jodida es la crítica. Ojalá se pudran todes. ¿Quién mierda le otorgó a los críticos licencia para inmiscuirse en el trabajo de los demás? ¿Desde cuándo son la policía del arte escénico y la congruencia dramatúrgica? Carajo, habiendo tantas obras en cartelera, ¿nos tuvo que tocar a nosotres que nos critiquen? ¿Quién necesita en el teatro un descubridor de inconsistencias?
Finalmente “parir” un proyecto escénico es resultado de innumerables voluntades que entran en sinergia. Al interior de las compañías, grupos o colectivos, se trabaja con mucho ánimo y, casi siempre, desde la precariedad laboral. Si sumamos los gastos totales hasta podríamos decir que casi pagamos por trabajar.
pero…
[…] pasarán los días y la calentura personal irá menguando. Se va asumiendo, a veces sí, a veces no, lo que la crítica teatral ha dicho. Es momento para ir conciliando lo dicho y escrito en el análisis. Aceptar los aciertos de la crítica y los yerros en la toma de decisiones sobre el producto escénico presentado.
En nuestro caso, la responsabilidad ante la presencia de dinero público que financió nuestro proyecto y conocer las limitantes ante el fenómeno del teatro tecnovivial o videograbado; saber que en la experimentación de estos lenguajes hay creadores más avezados y que en el caso de lo que presentamos, las deficiencias resultaban evidentes tanto en discurso, posicionamiento político, personal, incongruencias inherentes lo cual se apreció en el trabajo presentado y fue recuperado con pertinencia en la crítica teatral.
Aquí el link de la crítica:
Vamos a incomodarnos. Crítica de la obra “Viril. ¿Cómo traicionar la masculinidad hegemónica?”
IV
Enfrentarse al ejercicio reflexivo del otro, las otras y les otres es complicado. Una presencia intrusa que se desliza por nuestro proceso creativo desarma en colisión potente nuestros saberes y conocimientos. La sensación de hacer frente a la crítica desgarra. Llena de miedo a quienes, se supone, estamos acostumbrados a los ojos públicos.
Sin embargo considero que si pensamos en el teatro en términos de “campo” y que en su interior existen diversidad de agentes que confluyen en su ejecución, construcción y deconstrucción; la presencia de personas que propicien la formulación de aparatos críticos resulta útil. Nos permite expandir los límites internos del campo teatral y potenciar una zona de desarrollo próximo. En otras palabras, nos ayuda a pensar la escena con mayores herramientas estéticas, teóricas y cognitivas. Igual facilita la consumación de una epistemología teatral, trascender el status quo de lo establecido, cuestionar fórmulas y urdir vasos comunicantes con otros campos que son próximos al teatro. Un ejercicio de la mirada que complejiza el fenómeno escénico.
Edwin Sarabia
Doctor en Desarrollo Sustentable, creador escénico y crítico teatral. Se ha interesado en procesos de teatro comunitario para la intervención social en comunidades rurales e indígenas en el sur de México. Su praxis está orientada al uso de las teatralidades y metodologías participativas como detonantes de procesos sociales.
correo: fruxsgia@hotmail.com