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Fui a ver la obra Charlie y la fábrica de chocolate un musical de David Greig, quien escribió la adaptación a teatro de la novela para público infantil de Roald Dahl (1964). Salí del teatro con la sensación de haber tenido en mis manos una barra multicolor de Willy Wonka, envuelta en papel dorado y haberme comido un chocolate dulcísimo con arándanos y nueces que cubría un pequeño pedazo de repollo echado a perder. 

PRELUDIO

La llamativa publicidad hizo su trabajo y nos convenció de pagar una cantidad considerable para alcanzar boletos ubicados en una zona central, a la mitad del Showcenter Complex en Monterrey. Aunque hubiera tantas personas, había un buen flujo y una buena organización por parte del Auditorio para recibir al público. Esto no impidió que se evidenciara el comportamiento poco respetuoso por parte de algunos espectadores de teatro pues, aunque el espectáculo inició a las 8:30, todavía a las 9pm. había personas llegando y obstruyendo la mirada de quienes ya estábamos sentados viendo.

De igual manera sucedió después del intermedio, al iniciar el segundo acto. Con todo y las ganas de gritar: “¡Ya siéntese señor y señora!” me contuve para seguir descubriendo lo que había adentro de aquella multicolor barra de chocolate de Willy Wonka. Entonces llegué a la envoltura de papel dorado y empecé a descubrir el chocolate: se veía hermoso y apetecible.

La obra se lleva a cabo en inglés. Sin embargo, para quienes lo necesitan y tienen una mirada supersónica que lee letras pequeñas desde lejos, hay dos pantallas ubicadas en ambos lados del escenario, transmitiendo subtítulos en español. A mi parecer este detalle no funciona porque dicho acomodo desvía la mirada del escenario y dicho tamaño de letra no permite que todas las personas en el recinto puedan acceder a apreciar la obra en español.

De manera general, vi una producción buena pero saturada y con un texto (para mi gusto) caduco y fuera de lugar.
Ahí les van flores, tomatazos, momentos WTF y razones para ir o no ir. 😉

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FLORES

El chocolate amargo es una opción de grasa buena con vitaminas y si la sabes combinar con los ingredientes adecuados, es muy delicioso. El chocolate con azúcar es delicioso, pero cuando se le agrega grandes cantidades de azúcar resulta empalagoso. En este caso, la obra en general tenía elementos que en combinación hacían un espectáculo entretenido.

Dirigido por el tres veces ganador del Tony Award Jack O`Brien, el montaje, las coreografías (Joshua Bergasse), partituras de movimiento, iluminación, efectos visuales, vestuarios y la escenografía destacan por la combinación de colores vivos y un atractivo dinamismo que te mantiene con ellos. Tanto actores, como bailarines hacen un buen trabajo. Sobresalen las coreografías de los Oompa Loompas por encima de las actuaciones, aunque también brillan la interpretación vocal del niño Charlie Bucket (Jackson Grennspan) y la expresión corporal del abuelo Joe (Steve MacCoy). 

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TOMATAZOS

El opening se queda muy corto para lograr ganchar al público y dejarle boquiabierto y con ojos cuadrados cual tradicional show de Broadway. En lugar de eso, tenemos una presentación de personajes que se queda como propuesta de trabajo escolar de teatro musical. La orquesta en vivo no falla, pero el espectáculo definitivamente no empieza cuando la obra inicia.

El escenario está aforado, es decir, le restan espacio al montaje achicándolo con tela negra. Esto es común que se lleve a cabo cuando la producción no alcanza a “llenar el espacio”, pero en este caso, hablamos de una producción que viene de Broadway, por ende, aforar podría significar ser tacaño con el público. El montaje contiene suficientes elementos de producción pero no se lucen porque todo está amontonado. Lo que podríamos interpretar como una intención de “aprovechar” el espacio, se convierte en una saturación de color y elementos visuales que no se logran apreciar ni de manera individual, ni en conjunto. 

Por eso la comparación. Para mi gusto, el show tenía demasiado azúcar añadido

Chocolate y repollo podrido

Después de saborear el dulcísimo chocolate, el arándano y la nuez, llego al fondo y descubro el pedazo de repollo podrido. Una verdura es saludable siempre y cuando el cuerpo que la recibe no sea alérgico, cuando la verdura esté bien lavada, desinfectada y, sobre todo que no esté podrida. En el caso del teatro ocurre lo mismo. El trabajo de los creadores de un espectáculo no sólo es montar una obra cualquiera, sino también estudiar al público a quienes se les presenta y el contexto en el que se va a mostrar dicha poética. En ocasiones, el discurso que se expone no es pertinente o adecuado al tiempo en el que se consume. 

En la historia vemos a cinco personajes niños. A diferencia de Charlie Bucket, cuya familia carece de recursos económicos para comer bien, los otros cuatro niños están llenos de privilegios, no obedecen las reglas de los adultos, quieren hacer las cosas a su manera y siempre obtienen lo que quieren a través de dinero, fama o por su conocimiento tecnológico (esto último adaptado). El destino de los privilegiados es FATAL, mientras que Charlie (quien, por cierto, también desobedece) sale triunfante de la fábrica y con un propósito de vida que incluso ayudará a su familia a sobrellevar las dificultades económicas que vemos al inicio. Lo que parece un viaje escolar a la fábrica de chocolate, se convierte en una serie de lecciones moralizantes empalagosas y que, lejos de lograr una crítica social poderosa y amarga, se queda en un conjunto de ingredientes superficiales azucarados con sabor a culpa.

Para mí, lo podrido viene principalmente en dos momentos.  

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MOMENTO WTF 1

A diferencia del libro y la película… En la obra los niños perdedores se mueren. (WTF?)

Además… El deseo más ferviente del protagonista es comer chocolates, específicamente barras Willy Wonka, las cuales son más caras que la comida saludable. En esta historia, se plantea que comer verduras es una tragedia para Charlie. Pero el niño “se sobrepone” a esto y logra comprar una barra de chocolate, la cual contiene el boleto dorado para ir a la fábrica. Al final, Charlie gana el concurso y Wonka le dejará administrar su fábrica de chocolates, por lo que ahora, él podrá comer todos los dulces y chocolates que quiera cuando quiera.

¿Cómo se le dice a un niño mexicano que ser “ganador” significa comer chocolates y dulces todos los días, cuando en el 2021, México ocupó el primer lugar de obesidad infantil en el mundo?

En 1964, año en que se publicó el texto, la manera en que se hablaba sobre estos temas no resultaba un problema. En el contexto actual, tratar estos temas sobre el escenario implica más agudeza dramatúrgica.

MOMENTO WTF 2

La muerte de dos niñas se maneja con un tono que busca hacer reír al público. Ambas niñas desobedecen las reglas y en la historia original ambas reciben su merecido, pero salen vivas, en esta versión no. La primera niña, después de masticar un chicle que estaba a prueba, engorda tanto hasta explotar. Luego vemos el castigo de la segunda niña, Veruca, una chica rusa quien hasta ese momento siempre había obtenido lo que quería.

Después de que las ardillas examinan su cabeza como a la cáscara de una nuez, Veruca resulta despedazada pues las ardillas consideran que su cabeza está hueca. En medio de la alegre coreografía de las ardillas, las partes separadas del cuerpo de la niña son bailadas y luego aventadas a la basura.

La representación de un cuerpo femenino explotado o destrozado no me parece motivo de burla en el Monterrey de 2022, un contexto en el que el feminicidio es un problema social bastante grave. 

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¿IR O NO IR? ÉSA ES LA CUESTIÓN…

«AY QUIIIIIRRRR… ¿NO?» 

¿Qué más da que la obra haga burla de estas situaciones? Es un espectáculo musical importado de Broadway, con talento foráneo NICE (el cual por alguna extraña razón sí es bien pagado a diferencia del talento regio) en un recinto cultural NICE ubicado en una de las plazas comerciales también más NICE de la ciudad, y que ¡¡sólo se va a presentar durante cinco días en Monterrey!! Ah y cuyos boletos están carísimos, lo cual te asegura que será un espectáculo NICE. Una oportunidad dorada (como el golden ticket de Charlie) para que los chicos practiquen el inglés del colegio, las mamás y papás saquen sus mejores ropas multicolor (que ya tenían rato sufriendo el encerrón pandémico), y para que a todos nos quede claro un mensaje de oro de la obra. El cual, aunque por encima, nos podría hablar de la importancia del acto de imaginar y creer en uno mismo, en el fondo el repollo podrido sabe a esto: 

«Si tienes privilegios y desobedeces las reglas, te morirás y todos los demás privilegiados nos burlaremos de tí.» (…WTF???)

«Si no tienes privilegios y desobedeces las reglas, vivirás y con suerte te convertirás en un gran empresario que se dedique a promover el consumo de productos que, aunque no sean muy saludables, son NICE. Y tendrás un ejército de Oompa Loompas sin identidad trabajando para ti, entreteniéndote de forma NICE y deshaciéndose de todos aquellos que desobedezcan las reglas NICE.»

¡Esperaaaaa! Si no tienes privilegios, la obra no es para ti porque no puedes pagar el boleto, así que supongo que sólo aplicará la primera parte de este mensaje de oro: si tienes privilegios y desobedeces las reglas, te morirás y todos los demás privilegiados nos burlaremos de tí. 

Ya en serio… Si tienes la oportunidad de asistir, sí ve y luego me cuentas cómo te va. 😉

¿O NO?

Subrayo entonces que es responsabilidad est/ética del artista el construir poéticas pertinentes con consciencia territorial (nadie dijo que hacer teatro era fácil). Toda historia tiene un contexto histórico, geográfico y cultural cargado de significados que pueden tanto potenciar el discurso artístico, como determinar su fecha de caducidad.

SÍ. Vayamos a ver todas las obras de teatro que podamos.

Independientemente de que los artistas destaquen o carezcan de agudeza dramatúrgica, cada obra es una oportunidad para ejercer nuestro pensamiento crítico. ¿Quién acepta el reto?

 

 

 

 

Susana Alanis 

Creadora escénica y apasionada de las artes vivas. Actriz en teatro, performance y audiovisuales; ha escrito y dirigido teatro comunitario en instituciones públicas y privadas y ha coordinado proyectos culturales como el Congreso Estatal y Nacional de Teatro. Estudia el doctorado en humanidades, en la línea de discurso histórico, artístico y literario.

Contacto: susyalanis@gmail.com

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